viernes, 9 de enero de 2009

14) Larraona. La Iglesia como institución.


Larraona. Iglesia parroquial de San Cristóbal.
Vista exterior desde el noreste.
(Foto de Jesús Díaz).


LARRAONA, ALGUNOS ASPECTOS DE LA IGLESIA COMO INSTITUCION:

Generalidades, Diezmos y primicias, Libros de registros, Enterramientos, Cofradía de la Virgen Blanca, Arca de la Misericoridia.

La cristianización de Navarra se produjo a través de los canales de la romanización, más fluida e intensa en la Ribera y en las ciudades que en las zonas montañosas, escasamente romanizadas. Consecuentemente el cristianismo llegó a las Améscoas en época tardía. Según los documentos ya existía en el siglo XI un monasteriolo en Erdoiza (Zudaire) y otro, al menos desde el siglo XII, en Urra.

Luciano Lapuente
[1] en base a la mención documental frecuente de unas “heredades del bardo” de propiedad real y por las que Améscoa paga un tributo al Rey sugiere una hipótesis muy seductora aunque como él mismo reconoce sin base documental. Puesto que la palabra “bardo” de origen celta alude a poetas, juglares, quizás “versolaris”, que cantaban gestas populares y mitológicas y cantaban a los dioses y a los héroes “paganos”, quizás ese bardo defendiendo las creencias ancestrales amescoanas se resistió a la cristianización impulsada por la Corona siendo exiliado y sus posesiones confiscadas por el Rey.

Todos los pueblos amescoanos construyeron sus iglesias y ermitas y de las existentes actualmente algunas de ellas conservan restos románicos del siglo XII, como la portada sur de la iglesia parroquial de Larraona o la ermita de San Juan Bautista de Eulate.

Las parroquias de Améscoa eran, como señala Luciano Lapuente, de patronato popular a excepción de la de Gollano cuyo patrono era el señor de la Casa-Fortaleza de los Baquedano. Eran los propios vecinos quienes escogían a sus curas, generalmente amescoanos, siendo el Obispo de la Diócesis quien los nombraba con el título de Abad. Tras la toma de posesión de la parroquia correspondiente era costumbre que el Sr. Abad diera una comida a sus electores y cada año ofrecía igualmente una colación a todos los vecinos.

Hasta el 2 de septiembre de 1955 el valle de Améscoa Alta (hasta el siglo XVI denominado Val de Arana) perteneció a la Diócesis de Calahorra, mientras que Améscoa Baja siempre perteneció a la Diócesis de Pamplona.

Desde el siglo XVI, y tras la celebración del Concilio de Trento, los obispos realizan, cada tres o cuatro años, visitas pastorales a sus parroquias bien personalmente o a través de Visitadores. En estas visitas pastorales se informan puntualmente de la situación religiosa, moral y disciplinar de los clérigos y feligreses, así como de la situación económica de la iglesia, dando sus “mandatos” mediante actas registradas en el Libro de Primicias.

1) Diezmos y Primicias.

Los propios vecinos colaboraban en la construcción de las iglesias y ermitas y mantenían a sus sacerdotes y templos mediante dos aportaciones económicas llamadas “diezmo” y “primicia”.

El diezmo consistía en la aportación de cada vecino de un diez por ciento de sus frutos del campo y algunos animales, y con él se mantenía al clero. Se registraban estas aportaciones, en Améscoa desde finales del siglo XVIII, en un libro llamado de “Tazmías”.

La Primicia suponía el dos por ciento de los frutos del campo y con ella se sufragaba los gastos y cargas de la iglesia. Para su control eran nombrados por el Concejo dos “primicieros”, luego denominados “mayordomos”, que se ocupaban de recoger y administrar la primicia haciéndose cargo de los gastos de la iglesia. Registraban las cuentas correspondientes en el Libro de Primicias, luego denominado Libro de Fábrica, que comprobaban los Obispos y visitadores en sus visitas periódicas, anotando a continuación de ellas sus “mandatos”.

2) Libros de registro de las iglesias.

A partir del concilio de Trento (1545-1564), las parroquias llevarán los llamados cinco “Libros sacramentales” o “Quinque libri”, aunque algunos de ellos ya se elaboraban desde tiempos anteriores. Estos cinco libros registraban los bautizos, confirmaciones, matrimonios, defunciones y cumplimiento Pascual relativos a cada parroquia y algunos de ellos son esenciales desde el punto de vista demográfico, genealógico etc. puesto que las estadísticas oficiales no se realizarán en España de forma sistemática hasta 1856 y los Registros Civiles no se implantarán hasta 1871.

Además de estos libros también pueden encontrarse en los archivos parroquiales otros libros como los Libros de Primicias o de Fábrica, los libros de Tazmías, los Libros de Cofradías, etc.

3) Enterramientos.

Hasta el siglo XV los enterramientos se realizaban en los alrededores de la iglesia (atrios, pórticos, etc.) y era costumbre la colocación de estelas discoideas
[2] sobre las tumbas, al menos por parte de las familias principales. Durante el siglo XV estas casas más señaladas obtienen permiso para realizar sus enterramientos en el interior de las iglesias, costumbre que en el siglo XVI se generaliza a toda la población disponiendo cada casa su propia sepultura o fuesa sobre la que la Señora de la casa tendrá su asiento y donde cumplirá la costumbre del cirio o candela añal (velas encendidas durante los actos litúrgicos a lo largo de un año tras el fallecimiento del familiar) y de la oblada anual u oblea (ofrecimiento de una torta de pan en la misa), costumbre que durará hasta principios del siglo XX.

El 28 de septiembre de 1799 se expide un Mandato del visitador del obispado de Calahorra con relación a los enterramientos en los templos que dice literalmente lo siguiente: “Para evitar en lo posible el perjuicio que puede ocasionar en la salud de los fieles el abuso de abrirse con frecuencia las sepulturas para entierros y el peligro de percibirse de ellas algún hedor, manda S.I. al cura, mayordomo de fábrica o persona a cuyo cargo está la apertura de dichas sepulturas, que con arreglo a lo prevenido por constitución sinodal de este obispado no permitan, ni consientan el que con ningún pretexto ni motivo, se abra sepultura alguna para entierro, sin que primero haya pasado un año desde que hubo otro y que con el mismo objeto disponga se excave y profunde competentemente la que se haya de abrir, cuidando mucho de que se llene bien de tierra …”

En 1834 el Estado español, por motivos de salubridad e higiene, prohíbe los enterramientos en el interior de las iglesias comenzándose a inhumar los cadáveres en cementerios habilitados en las proximidades de las poblaciones.

4) Cofradía de la Virgen Blanca o de Nuestra Señora de la Blanca de Larraona.

El pueblo de Larraona tiene una querencia especial por su Virgen Blanca, cuya ermita estuvo situada en el término de "Aizuríabizcarra", en las afueras de la población, en dirección hacia Aranarache.

En 1717 existe documentado un mandato del Visitador del Obispado de Calahorra ( del que dependió Améscoa Alta hasta 1955) para que, debido a su lejanía, se traslade la ermita al núcleo urbano de la población.

Es en 1782 cuando se lleva a cabo la construcción de la ermita en su emplazamiento actual y con influencia artística neoclásica.

La ermita tuvo su ermitaño que se encargaba de recoger las limosnas, cuidar el edificio, guardar las alhajas y ornamentos, estar al tanto de las piezas propiedad de la ermita y de una partida de vacas, y quizás otros animales, que cuidaban, a medias con la ermita, las familias pobres. Esas posesiones de la ermita derivaban de legados que los feligreses hacían.

En 1813, las tropas francesas saquearon la ermita, robaron sus alhajas y todo el pueblo, hasta el ermitaño, huyó de la población.

La fundación de la Cofradía de Nuestra Señora de la Blanca de Larraona se remonta al 5 de diciembre de 1588 y , como señala Luciano Lapuente(3), por su mayordomía han pasado los apellidos más sonoros de Larraona, Ochoa de Baquedano, Sáez de Jáuregui, Sáez de Larramendi, Ruiz de Larramendi, Pérez de Eulate, Murguialday, Ruiz de Garraleta, Sáez de Gabiria, etc. Actualmente la Cofradía de la Virgen Blanca tiene en torno a 260 cofrades.

El 29 de diciembre de 1910 se aprobó, por el Obispo de Calahorra, la reforma de la Cofradía de Nuestra Señora de la Blanca de Larraona, a petición de los cofrades. Era párroco de la población Roque Hernani Vallejo.

Las cofradías eran , como indica Luciano Lapuente (4), asociaciones de personas con fines espirituales de oraciones, sufragios para los difuntos , ayuda a la hora de la muerte, caridad, etc. y en cuyos estatutos solía capitularse la celebración de una fiesta anual con misa comunitaria y un "yantar de hermandad". Eran asociaciones para ejercitarse en obras pías y una muestra del espíritu asociativo de las gentes de antaño.

En Améscoa Alta existieron otras cofradías. El 7 de septiembre de 1554 está documentada la Carta del obispo de Calahorra y La Calzada, Juan Bernal de Luco, acusando recibo, de la petición, encabezada por Hernán López de Albizu, para la fundación de la Cofradía y Hermandad de San Miguel de Aranarache, como señala García Balbino de Albizu (5).

El 15 de diciembre de 1612 se funda la Cofradía del Rosario de Eulate. Se contabilizan, indica García Balbino de Albizu (6), 232 cofrades. Autoriza la fundación el Prior de Santo Domingo de Estella, al que se le atribuye el patronazgo de la cofradía. Firman como testigos dos clérigos de las dos iglesias de Eulate (San Juan es todavía iglesia y no ermita), Gonzalo Díaz de Jáuregui y Joan Bizcar, el sacristán Miguel Sáez de Arana y el Teniente de Alcalde de Améscoa Alta Fabián López de Baquedano. Levanta acta Johan Martínez de Eulate, Escribano Real, residente en Larraona.

En Améscoa Baja la cofradía más antigua, común para todas las poblaciones del valle, ha sido la de San Cristóbal, (7) cuya fundación se remonta al menos a principios del Siglo XVI, pues en el primer libro de cuentas de dicha cofradía que se conserva en el Archivo Municipal de Améscoa Baja, al que le faltan dos hojas, según don Luciano, arranca con las cuentas de 1564 y expone "que se han juntado como es usado y acostumbrado de tiempo antiguo". Esta Cofradía se asienta en la ermita de San Cristóbal, sita en terrenos de Baríndano, próximos a Zudaire. Al igual que el paraje de Batzarremendía, fue utilizada para reuniones de concejos, reuniones de valle, etc.


5) Arca de la Misericordia de Larraona.

Como afirma don Luciano Lapuente (8) , las Arcas de Misericordia fueron graneros locales ("hórreo" se denominaba en Larraona) "destinados a anticipar trigo y semillas a las clases necesitadas del campo que carecían de ella para la siembra o para el pan cotidiano en el invierno, mediante un módico interés. Desempeñaron un buen papel en los tiempos en que no existían créditos y la usura abusiva era un mal generalizado".
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Balbino García de Albizu (9) detalla algo más señalando que el Arca de la Misericordia era una institución local, promovida generalmente por la iglesia, que reservaba trigo de una cosecha y lo prestaba para la siembra siguiente a los vecinos del propio pueblo o de pueblos próximos. En principio se trataba de prestar a los habitantes más necesitados, pero posteriormente los préstamos se otorgaban a quien lo solicitaba. El préstamo se realizaba en otoño y la devolución en el mes de septiembre del año siguiente, esto es tras la cosecha. Se abonaba un interés aproximado de un 6% y el pago se efectuaba en especie. El trigo se guardaba en el hórreo parroquial, situado en la propia iglesia o junto a ella.

Existían por toda Améscoa y prueba de ello es que, por ejemplo, Don Fernando de Baquedano, del linaje de los Baquedano, sacerdote conspicuo e influyente, protonotario del Reino de Navarra y consejero de los últimos reyes don Juan de Albret y doña Catalina de Foix, otorgó varios favores a los pobladores de Gollano, el palacio, la colegiata, el privilegio de hidalguía para todos sus habitantes y el Arca de Misericordia.

En Larraona, y según recoge don Luciano Lapuente (10), en un testamento del 19 de junio de 1550 otorgado por "Martín Abad de Larrea", beneficiado de la iglesia parroquial de San Cristóbal de Larraona, entre las mandas pías varias que hace, una de ellas consiste en "dos cargas de trigo para el Arca de Misericordia". Este dato documental indica que ya en ese año existía esta institución en la localidad.

En la casa adosada al muro norte de la iglesia parroquial de San Cristóbal de Larraona, cuya planta baja constituye el pórtico de entrada a la iglesia, tiene unas dependencias que son conocidas como el "hórreo". Parece evidente que se trata del local que ya en el siglo XVI tuvo la institución del Arca de Misericordia de Larraona; institución en la que seguramente colaborarían conjuntamente el concejo y la iglesia, dada la fuerte imbricación en aquellos tiempos de estas dos instituciones, para beneficiar a los más necesitados de la población en momentos adversos.



[1] LAPUENTE MARTINEZ, Luciano, Las Améscoas. (Estudio histórico-etnográfico), 1990, pp.432 a 455.

[2] Véase el apartado de Arte referente a Estelas discoideas.

(3) LAPUENTE MARTINEZ, Luciano, Las Améscoas, Temas de cultura popular, Nr. 131, Pamplona, 1981, p.26.

(4) LAPUENTE MARTINEZ, Luciano,”Estudio Etnográfico de Améscoa (VI)”, Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra, Nr. 29, 1978, p.226.

(5) GARCIA DE ALBIZU, Balbino, Página Web de Améscoa:
http://www.amescoa.com. Apartado" Efemérides".
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(6) GARCIA DE ALBIZU, Balbino, Página Web de Améscoa: http://www.amescoa.com/. Apartado "Efemérides".

(7) LAPUENTE MARTINEZ, Luciano,”Estudio Etnográfico de Améscoa (VII)”, Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra, Nr. 31, 1979, p.42.

(8) LAPUENTE MARTINEZ, Luciano, Las Améscoas, Temas de cultura popular, Nr. 131, 1981, p. 15.

(9)GARCIA DE ALBIZU, Balbino, Página Web de Améscoa: http://www.amescoa.com. Apartado “Efemérides”. 

(10) LAPUENTE MARTINEZ, Luciano,”Estelas funerarias de las Améscoas (Alta y Baja)”, Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra, Nr. 51, 1988, p.252-253.

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